lunes, 28 de marzo de 2011

Los pecios de Facebluf (2)



(Estas notas están tomadas de “Espacio Literario El Taller” de Facebook)

EL LIBRO

Así empieza "El diario de Hamlet García" de Paulino Masip: "1.º de Enero de 1935. No soy Príncipe de Dinamarca, ni me baten vientos contrarios en la encrucijada de un drama doméstico. Mi padre no fue rey, sino de su casa, y la viudez de mi madre tan honorables como su vida conyugal. Pero me llamo ...Hamlet. Si tuve Ofelia, como casé con ella, dejó de serlo porque la hice madre y se convirtió en doña Ofelia, aficionafa al agua de los ríos cuando le faltan las densas y saladas del mar, pero no para ahogarse en ellas, aventura romántica que, si le tentó algún día, ya no le tienta. Alguna vez la he mandado a un convento. es verdad, pero era una manera figurada de decir, punto de destino imaginario sin más valor que la luna, o los antípodas. Ni ella pensó en hacerme caso, ni yo lo hubiera agradecido.
Me llamo Hamlet. Soy profesor ambulante de metafísica..."
Libro extraordinario sobre los prolegómenos y los primeros meses de la Guerra Civil Española, tan poco conocido como imprescindible.

LA FICHA.

"El cuento es un género literario escueto, al extremo de que un cuento no debe construirse sobre más de un hecho. El cuentista, como el aviador, no levanta vuelo para ir a todas partes y ni siquiera a dos puntos a la vez; e igual que el aviador se halla forzado a saber con seguridad adonde se dirige antes de poner la mano en las palancas que mueven su máquina"
(Juan Bosch)

LA CITA

La época de la burguesía se distingue de todas las demás por el constante y agitado desplazamiento de la producción, por la conmoción ininterrumpida de todas las relaciones sociales, por una inquietud y una dinámica incesantes. Las relaciones inconmovibles y mohosas del pasado, con todo su séquito de ideas y creencias viejas y venerables, se derrumban, y las nuevas envejecen antes de echar raíces. Todo lo que se creía permanente y perenne se esfuma, lo santo es profanado, y, al fin, el hombre se ve constreñido, por la fuerza de las cosas, a contemplar con mirada fría su vida y sus relaciones con los demás.
(K. Marx; F. Engels)

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